Griffiths se baja del SEAT: el jefe de SEAT y CUPRA deja el volante

Pues nada, chavales, otro bombazo en el mundo del motor: Wayne Griffiths, el jefazo de SEAT y CUPRA, ha dicho "hasta aquí hemos llegado" y se larga. Sí, el mismo que levantó CUPRA como si fuera un garaje tuneado y lo convirtió en marca molona, se ha quitado el mono y deja el asiento caliente.
Griffiths no era un cualquiera. Él cogió SEAT en plena tormenta, metió el turbo con CUPRA y la colocó en el mapa con coches como el Formentor, que parece sacado de un videojuego. Pero ahora, sin previo aviso, dice "me bajo". Nada de preavisos ni despedidas lloronas. Simplemente...fuera.
¿Motivos? Oficialmente, dice que es por temas personales. Pero ya sabes cómo va esto: cuando alguien se va en pleno fregado, siempre hay algo más detrás. Igual tiene otros retos más interesantes o simplemente ha pensado: "hasta aquí he llegado con este circo".
¿Y ahora qué? Pues se queda Markus Haupt al volante, al menos de momento. Un tío de la casa, con experiencia, pero que tiene el marrón de mantener el ritmo justo cuando la cosa está más tensa: electrificación, fábricas adaptándose, el Tavascan llegando desde China y los políticos europeos poniéndole trabas.
La salida pilla por sorpresa, porque hace nada el propio Griffiths decía que quería seguir hasta el final de su carrera. Igual es que ese "final" ha llegado antes de lo esperado...
Y ojo, porque Griffiths no se ha ido sin soltar la suya. En su despedida ha lanzado una pullita fina (o no tan fina) a los políticos de aquí: que si falta de apoyo, que si no están a la altura del momento que vive la industria... Vamos, que ha venido a decir que mientras ellos están a otra cosa, el sector del motor se está dejando los cuernos para adaptarse al coche eléctrico y no morir en el intento. Una rajada elegante, pero con veneno. Y no le falta razón, la verdad.
En fin, que se va uno de las personas más importantes del motor en España. Y nos deja una buena papeleta. Desde aquí, le deseamos suerte... y al que venga, que se abroche el cinturón, porque la carretera no está para dormirse al volante.