Probamos el Dacia Bigster Hybrid 155: el SUV que no parece un Dacia (pero lo es)

Me he subido al nuevo Dacia Bigster Hybrid 155 y, sinceramente, todavía estoy asimilando lo que he probado. Porque esto ya no es el típico coche barato para ir del punto A al punto B. Esto es un SUV en toda regla, con espacio de sobra, pinta de tipo duro y tecnología de la buena. Vamos, que si le tapas el logo, más de uno diría que cuesta diez mil pavos más de lo que vale.
Primeras impresiones y diseño
Al acercarme al Bigster, su presencia imponente es evidente. Con 4,57 metros de largo, 1,81 metros de ancho y 1,71 metros de alto, supera en tamaño a su hermano menor, el Duster. Ofreciendo una mayor habitabilidad y un maletero de 667 litros, ideal para familias y viajes largos.
El diseño exterior mantiene la línea robusta característica de Dacia, con líneas sencillas pero atractivas. La altura libre al suelo de 22 cm sugiere una capacidad todoterreno respetable, aunque su enfoque principal es el uso familiar y urbano.
Interior y equipamiento
Nada más entrar, se nota que Dacia ha querido ponerse las pilas. Sigue habiendo plásticos duros, sí, pero al menos están bien montados y no da la sensación de que se vayan a desmontar al primer bache. El espacio está muy bien aprovechado, sobre todo detrás, donde hasta los más altos van con las piernas estiradas sin rozar con el asiento.
La pantalla central de 10 pulgadas queda bastante bien integrada y va fluida. Tienes Android Auto y Apple CarPlay sin cables, así que conectas el móvil y listo. También hay USB-C delante y detrás, y hasta cargador inalámbrico. Vamos, que no te faltan enchufes para ir cargado de gadgets.
Motorización y rendimiento
El Bigster Hybrid 155 lleva un motor de gasolina de 1.8 litros acompañado de dos motores eléctricos, y entre todos sacan 155 caballos. No es un cohete, pero empuja más que bien para el día a día. Si le pisas, se pone a 100 en menos de 10 segundos, y en autopista no se queda corto. Lo mejor es que, con ese tamaño, se marca un consumo de unos 4,6 litros a los 100, que está muy pero que muy bien para lo grande que es.
En carretera, el Bigster ofrece una conducción suave y estable. La suspensión absorbe bien las irregularidades del terreno, y aunque no es un vehículo deportivo, responde adecuadamente en adelantamientos y incorporaciones. La dirección es precisa, facilitando la maniobrabilidad a pesar de sus dimensiones.
Y sí, es un Dacia. Pero ya va siendo hora de quitarse de la cabeza esa imagen de coche low-cost pelado. El Bigster entra en el terreno de los SUV medianos con toda la cara del mundo, y lo cierto es que no desentona. Si alguien me dice hace cinco años que iba a probar un Dacia híbrido, con pantalla de 10 pulgadas, buena presencia y que encima va fino... le hubiese soltado una carcajada. Pero aquí estoy, tragándome mis palabras. Y encantado, oye.